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miércoles, 7 de octubre de 2020

La otra historia de Sebastián de Belalcázar y como se ha convertido en el turismo del escupitajo.


 

CRONICAS ANACRONICAS  


Por Octavio Gómez

Apreciados amigos turistas estamos ubicados en la cima de un cerro de Popayán llamado 'El Morro de Tulcán', especie de pirámide utilizada antaño por los indígenas de la etnia Misak para sus oraciones y rituales ancestrales.

Como pueden apreciar, en el piso se encuentra la estatua semidestruida del conquistador español Sebastián de Belalcázar, amarrada con cuerdas y tirada al piso por los indígenas, en protesta por lo que ellos llamaron la profanación de su territorio sagrado.

Se conoce a Belalcázar porque además de fundar a la ciudad de Popayán en 1537 al mismo tiempo que quemaba caseríos indígenas y asesinaba a su antojo a quienes se atrevían oponerse a sus crueles mandatos, dejó una serie de historias típicas de la conquista de estos territorios, donde acumular oro y tierras era la actividad más importante de la época.

La estatua de Belalcázar no fue levantada ni reconstruida porque era mas el costo que representaba para el erario público, pero en cambio se fue convirtiendo en un atractivo para los visitantes que podían conocer la otra parte de la historia que no contaban nuestros guías turísticos, ya que al parecer solo estaban preparados para narrar la historia “maquillada y gloriosa” de los vencedores, así fueran los más crueles asesinos.


Así que no duden de escupir sobe el Belalcázar caído, pues se ha vuelto costumbre que después de narrar esta historia, un turista escupió espontáneamente sobre este -los demás compañeros se miraron- y procedieron a hacer los mismo uno por uno. Varios de ellos patearon el malagorado monumento, pero se advirtió que esto podría deteriorar más la estatua y por lo tanto, ser destruida en forma definitiva y entonces la diversión se acabaría.

Y para ilustrar esta historia de una forma fiel y en boca de sus directos protagonistas, hemos invitado a un indígena de la etnia Misak, quien narrará la forma en que fueron tratados por los conquistadores españoles y sometidos al despojo, el racismo y la violencia que de muchas formas a lo largo de los siglos, los pueblos indígenas han padecido.

Así que parte de este ritual es colocar el pie sobre el Belalcázar caído y repetir con nuestro invitado; “aquí yace un símbolo de 500 años de humillación y dominación de los pueblos originarios”.

A continuación, pueden escupir….

 

NOTA ACLARATORIA: El escupir no solo es un acto que pareciera ordinario y vulgar. Aquí representa una forma de exorcismo donde se escupe la mentira y el adoctrinamiento al que han sometido a los pueblos con falsas historias y héroes.